martes, 18 de agosto de 2015

La llaman piedra.

Antes de empezar con esta entrada, quiero disculparme por tomarme un descanso emocional sin preavisos. A partir de ahora intentaré volver a coger el ritmo establecido.

Bueno, es martes y el tiempo está revuelto. Los días bipolares pueden ayudarte a crear las mejores ideas y, yo, hoy he conseguido la mía.

Pongámonos en una situación rara. Es tu cumpleaños y ves un paquete enorme, gigante, casi más grande que tú. Eso para empezar ilusiona, ¿no? Su forma es cuadrada, así que no da muchas pistas. Lo abres con ansia y sí, era una caja demasiado pesada. Buscas la forma de abrirla... ¡TACHÁN! ¡Es una PIEDRA! ¿Qué haces? ¿Qué piensas sobre ese regalo y el que te lo hizo? Vale, todo eso lo guardas muy muy dentro de ti.

Ahora piensa que todo el mundo es capaz de hacer magia con ella. Un distraído se hubiese tropezado. Hitler la hubiese usado de proyectil. Algún emprendedor estará haciendo de las suyas con ella. Un niño la hubiese usado de juguete indestructible o lugar de refugio. David, para atacar a Goliat. Miguel Ángel para sacar una increíble escultura u obra de arte, como prefieras llamarlo. Obélix hubiese atacado a mil romanos sin olvidarse del cara dura de Julio César. ¿Te das cuenta? En todos los casos la piedra es la misma, lo único que cambia es la persona que la tiene bajo su poder.

La lección de hoy es:

"No existe piedra en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento." 

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